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En el siglo anterior se hizo permanente la ocupación extranjera de numerosas islas del Caribe, llegando a dominar las Antillas Menores, con excepción de Trinidad. En el Dieciocho, se consolidó su presencia con la suma de otros reinos europeos. La expansión en la región continuó a otras que inicialmente no llamaron la atención por su potencial económico o geoestratégico. Con excepción de la adquisición por parte de los ingleses de Dominica, San Vicente, Granada y Tobago, estos abandonaron su esfuerzo de adquisición territorial tras la toma de Jamaica en 1655. Morales Carrión destaca que mientras los funcionarios británicos en las Antillas soñaban con establecer en Puerto Rico un emporio azucarero, sus ricos hacendados pusieron presión para evitarlo; [i] evadían generar la oferta excesiva de producto que afectara los precios en los mercados internacionales.
Tenían razón para temer. El gobernador de Jamaica comentó que, a menos que se devastara esta colonia durante la Guerra de la Oreja de Jenkins, la ruina llegaría a las demás colonias inglesas porque la cantidad de azúcar que produciría aquella sería tal, que los precios bajarían al punto que los ingleses no podrían vender su azúcar. [ii] Francia mantuvo la misma política de balance tras la oficialización de su control de Saint Domingue. [iii] Las numerosas guerras llevaron a que determinadas islas cambiaran de manos, en algunos casos de manera temporal y en otros permanente, como San Cristóbal, o St. Kitts, considerando las implicaciones en el azúcar. Entre las que fueron perdidas en guerra pero devueltas a sus metrópolis se encuentran las francesas Martinica y Guadalupe, aunque Santa Lucía fue retenida por Inglaterra. [iv]
Fue en este siglo cuando las islas antillanas se conocieron como “las joyas de la Corona inglesa”. Los hacendados británicos vieron crecer sus fortunas, convirtiéndose en hombres muy ricos, cuyo poder alcanzó las esferas políticas y sociales en Londres. Atribuyéndolo a la esclavitud africana, Morales Carrión señala que se convirtieron en los nuevos ricos de la Inglaterra del dieciocho, y rescata la expresión “as wealthy as a West Indian”. [v]
Los tipos de gobierno que España, Francia e Inglaterra establecieron en sus colonias caribeñas tenían semejanzas y diferencias. En las españolas y las francesas había un rígido sistema de nombramientos y control con poco poder en manos de los colonos. Además del gobernador, los franceses contaban con intendentes – oficio que se implantarían más tarde en España –, que asumieron la responsabilidad sobre las obras públicas, las leyes y la policía como contrapeso al gobernador. Diferente a los cabildos españoles, que veían casos de justicia en primera instancia y eran responsables por la administración de las ciudades, en las francesas, había consejos compuestos por propietarios y representantes de los presidios que aconsejaban a los gobernadores. Eran regidas por un gobernador general que se encontraba en Martinica y contaba con un Consejo Superior, que reportaba al Consejo de Estado en Francia. En 1714 la colonia de Saint Domingue se separó de esta gobernación general.
Los gobiernos coloniales británicos eran más complejos, pues los gobernadores nombrados debían lidiar con consejos y asambleas que tenían la capacidad de legislar, lo que no hacían propiamente las españolas. Además, las colonias eran muy independientes unas de otras. El intento de agrupar cuatro pequeñas islas bajo una Asamblea General para las Islas de Sotavento fracasó cuando sus representantes no asistieron y rechazaron la imposición de las mismas leyes para todas. [vi]
Según reza la expresión inglesa, “la grama siempre es más verde al otro lado de la verja”. Tendemos a pensar que fueron exitosas todo el tiempo las economías de monocultivo establecidas en aquellas pequeñas islas antillanas que España descartó por su ausencia de oro, y fueron explotadas por Inglaterra, Francia, Holanda y Dinamarca. Sin embargo, estas pasaron por altos y bajos, fueron abatidas por huracanes, enfermedades, falta de mano de obra, y muchos de los problemas con que asociamos la inamovilidad de la nuestra. [vii]
Desde la perspectiva de Puerto Rico y otras colonias españolas en el Circuncaribe, el comercio con sus vecinos extranjeros estuvo prohibido. Sin embargo, en casos de necesidad se pudo recurrir a ellos a conseguir bastimentos. En una de las auditorías realizadas por el Tribunal de Cuentas de las Islas de Barlovento, los contadores no podían discriminar entre las compras realizadas por necesidad o por otra causa, prohibida. [viii]
Considerado bajo las ópticas geopolítica y lingüística, entre otras, el Caribe estaba dividido entre cinco imperios que los manejaban en mayor o menor grado de manera diferente en lo político, defensivo y en su explotación económica: España, Dinamarca, Gran Bretaña, Francia y Holanda. Nos acercaremos a algunos de ellos.
El Caribe danés
La presencia en el Caribe de un reino como Dinamarca se debió a su rivalidad con Suecia, cuyo interés apuntaba hacia esta región y las colonias africanas. De ahí que en 1682 ocupara formalmente San Tomás. [i] Por su proximidad a Puerto Rico, la ocupación de ambas islas era incómoda para España. Luego de intentos planificados para desalojarlos, como se había hecho en el siglo XVII con los franceses de Santa Cruz, a mediados de siglo se recibió una contraorden desde Madrid. En 1742 los reyes de ambos reinos acordaron un Tratado de Navegación y Gobierno. [ii] Ese año, el Secretario de Estado y Despacho de Guerra, Hacienda, Marina e Indias, don José del Campillo y Cosio, escribió al gobernador de Puerto Rico, Matías de Abadía, para notificar que
Sin embargo de lo que en repetidas ocasiones ha escrito vuestra señoría y se le ha respondido sobre la usurpación y establecimiento de Dinamarqueses en las islas de Santa Cruz y San Tomás, me manda el rey a decir a vuestra señoría que, sin perjuicio de los derechos de Su Majestad, no se les inquiete en aquellas islas, y que antes bien les permita vuestra señoría comprar en esa de Puerto Rico a dinero, y no de otra suerte, lo que hayan menester, y que les haga volver sus esclavos fugitivos… [iii]
El Caribe holandés
Contrario al caso de los Cayos de San Juan y Santo Tomás, la presencia holandesa en Curaçao estaba permitida por España. Una consulta del Consejo de Indias recordó que eran “legítimos dueños de ella mediante haberse cedido a los Estados Generales en el capítulo quinto de las Paces de Munster, celebradas en 30 de enero de 1648”. [i] La reseña sobre el comercio de las Antillas Menores ya citado toca esta isla holandesa. El autor señala que los holandeses podrían ganar 200% si trataran con filibusteros allí, pero no lo hacían, prefiriendo que sus bajeles llegaran hasta San Tomás a llevar sus mercaderías de contrabando o corso. [ii] Sin mayor detalle disponible, a finales del siglo se comenzó a recibir una oleada de migrantes de Curaçao en la zona oeste de la Puerto Rico.
El Caribe francés
La presencia de Francia en el Caribe comenzó con la ocupación a partir de 1605 de los espacios que los españoles abandonaron como parte del plan de la mudanza de los pueblos de la llamada banda norte como medio para eliminar el contrabando. Con el tiempo, su presencia fue legitimada y finalmente formalizada por el tratado de Rijswijk de 1697. Edwards reportó en 1799 el estimado de Monsieur Neckar sobre la población en las Antillas francesas en 63,682 blancos,13,429 negros libres y 437,736 esclavos. [iii]
En 1777 se firmó el Tratado de Límites de Aranjuez con la intención de finalizar las disputas fronterizas entre españoles y franceses en la isla Española, por el que quedó legitimada la presencia francesa en la isla y los espacios que ocupaban. Sobre este acuerdo, el historiador dominicano Peña Battlle declaró “dos nacionalidades distintas, dos poderes rivales, dos fuerzas sociales opuestas en sus aspiraciones y jurídicamente demarcadas, comenzarían desde ese momento el curso de un desarrollo paralelo, pero extraño el uno al otro, sin más punto de contacto que el que ofrecía la fortuita circunstancia de tener un mismo teatro geográfico y un mismo campo de acción”. [iv]
La población superior de Saint Domingue con relación al resto de las Antillas fue producto de un incentivo real. El boletín Nouvelles Diverses de marzo de 1789 incluye un listado de padres de familia que gozaban de una gratificación al cumplir con una ordenanza real de 1787. Las gratificaciones eran las siguientes: para blancos con doce hijos, 1,500 libras anuales, y para los que tuvieran diez, 750. Para la gente de color, 1,000 libras para los que tuvieran doce y 500 para los que tuvieran diez hijos. [v]
Cambios de banderas
Al igual que España, los imperios europeos con posesiones en las Antillas Menores se involucraron en conflictos para ocupar o desalojar islas que habían reclamado para sí. Dinamarca fue la última en establecerse en la región al ocupar permanentemente la isla de San Tomás en 1672. Desde entonces encontró resistencia de los gobernadores vecinos generada por la necesidad de nuevas tierras para extender sus exitosas plantaciones. En general, las tensiones entre las islas fueron descartadas por los monarcas, que parecían más preocupados por el balance de poder y la armonía a nivel continental que en tensiones coloniales. Larsen documenta que, forzados por una gran sequía, los plantadores de Anguila, Tórtola y Virgen Gorda pusieron presión a la Corona británica para poder establecerse en Santa Cruz, posesión francesa. El gobernador británico objetaba estas expansiones porque debilitaba la base poblacional de las islas ya desarrolladas. [i]
Las frecuentes guerras llevaron a que las islas más pequeñas pasaran de mano en mano. En 1706 los franceses tomaron la isla de Nieves a los ingleses. [ii] En 1734 cedieron la isla de Santa Cruz a los daneses, quienes enviaron un gobernador, un abogado, un agrimensor, un contador y una compañía completa de infantería veterana. Se alojaron en un fuerte pequeño que había allí. Fueron aprovisionados por la Compañía de Dinamarca que vendía al fiado hasta a los negros esclavos y proveyó las herramientas para el desmonte de bosques y cultivo de tierras. O’Reilly estimaba que este era el modelo que Puerto Rico debía emular. [iii]
San Cristóbal, llamada St. Kitts posteriormente, pasó a manos inglesas en 1713 por el tratado de Utrecht. Dominica cayó en manos inglesas en 1759. [iv] Como resultado de la Guerra de los Siete Años, Gran Bretaña retuvo a Dominica, Granada, St. Vincent y Tobago, aunque devolvió a Francia las más grandes, Guadalupe, Martinica y Santa Lucía, para retener el Canadá. [v] Para castigar el apoyo francés a las colonias rebeldes en Norte América, Gran Bretaña la combatió en las islas del Caribe. Así, como resultado de batallas donde se ganaban unas y se perdían otras, Francia recuperó Dominica, pero perdió Santa Lucía. Los ingleses también ganaron San Vicente y Granada en 1779. Francia recuperó en 1781 a San Eustacio, Tobago y las colonias de la costa sudamericana, Berbice, Demerara y Essequivo, que habían sido tomadas por los ingleses; en esa ocasión, cayeron St. Kitts, Montserrat y Nieves. Con el Tratado de Versalles de 1783, todas las islas volvieron a sus propietarios originales, menos Tobago, retenida por los franceses. En el continente, España recuperó la Florida. [vi]
Quizás el evento más relevante entre las Antillas Menores, en 1797 Trinidad cayó en manos de los ingleses durante la guerra Anglo-Española. Contrario a otras ocasiones, incluyendo la toma de La Habana, donde se utilizaban los territorios adquiridos por guerra como piezas de negociación, Trinidad fue conservada por Gran Bretaña y convertida en productora de azúcar.
[i] Larsen, The Danish Colonization of St. John, 1718-1733, 4-5.
[ii] Pedro Francisco Javier de Charlevoix. Historia de la isla Española o de Santo Domingo. Tomo II (Santo Domingo: Editorial de Santo Domingo, 1977). 310.
[iii] Tapia, Biblioteca histórica, 520.
[iv] Edwards, The History Civil and Commercial of the British Colonies in the West Indies, 95, 107, 117.
[v] Allan Taylor. “Global Revolutions”. The American Revolution. A World War. David K. Allison & Larrie D. Ferreiro (editores) (Washington D.C.: Smithsonian Books, 2018), 18.
[vi] Watts, The West Indies, 252.
[i] Consultas y pareceres dados a Su Majestad en asunto del gobierno de Indias. Vol. IV. 1723-1766. AHN, Códices, L.755, f.14v.
[ii] “Comercio de los dinamarqueses en la América”. Diario noticioso, curioso, erudito y comercial público y económico. 18 VIII 1760. Biblioteca Nacional de España. Hemeroteca Digital. https://hemerotecadigital.bne.es/hd/es/viewer?id=1288a185-da08-427b-9c21-e86031eac5ef&page=2. Capturado el 4 V 2023.
[iii] Edwards, The History Civil and Commercial of the British Colonies in the West Indies, 122.
[iv] Carlos Federico Pérez. Historia diplomática de Santo Domingo, 1492-1879 (Santo Domingo: Sociedad Dominicana de Bibliófilos, 2022), 81.
[v] Nouvelles Diverses. No. 25 (25 III 1789), p. 183. https://dloc.com/AA00000449/00022/images/2. Capturado el 13 VIII 2023.
[i] Leif Calundann Larsen. The Danish Colonization of St. John, 1718-1733 (St. Thomas: The Virgin Islands Resource Management Cooperative, 1986), 3.
[ii] Ratificación hecha por los reyes Felipe V de España y Cristiano VI de Dinamarca del Tratado de Navegación y Comercio… 18 VII 1742. AHN, Estado 3368, Exp. 25.
[iii] Cuaderno de diversos documentos sobre Calle. La adquisición de St. Croix, la relación con Puerto Rico, etc. 1733-1754. National Archives of Denmark. Dirección de la Compañía India-Guineana Occidental. Serie: Libro de copias de varios documentos sobre Calle. Adquisición de Croix, relaciones con Puerto Rico, f.254
[i] Arturo Morales Carrión. Auge y decadencia de la trata negrera en Puerto Rico (1820-1860) (San Juan: Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe, e Instituto de Cultura Puertorriqueña, 1979), 19.
[ii] F.R. Auger et al., The Making of the West Indies, 95.
[iii] David Watts. The West Indies. Patterns of Development, Culture and Environmental Change since 1492 (Cambridge: Cambridge University Press, 1998), 240-241.
[iv] F.R. Auger et al., The Making of the West Indies, 91.
[v] Morales Carrión, Auge y decadencia, 18.
[vi] F.R. Auger et al., The Making of the West Indies, 58-60, 79, 92.
[vii] Watts hace una excelente revisión de la historia económica de la región.
[viii] Registro: isla Española. 1763-1764. AGI, SD 888, L.54, f.234.
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