Por el oro, existimos; este fue mineral que atrajo la atención de los españoles, y, aun así, no fue hasta tiempo después de haber descubierto la Isla que dirigieron la mirada hacia nuestros ríos. En sus Décadas del Nuevo Mundo, Pedro Mártir de Anglería apuntó en 1510 – con algunos años de desfase – que allí ya se conocían las minas de la isla de San Juan, pero que estaban muy ocupados en la explotación de las suyas, “aunque ya se disponen paulatinamente a hacerlo”. [i]
¿Por qué oro? La explotación de los metales era la base del mercantilismo, doctrina económica que prevalecía en Europa para el periodo de los descubrimientos. El mercantilismo ha sido analizado bajo puntos de vista variados. Desde la perspectiva política, fue un sistema diseñado para restringir importaciones y subsidiar exportaciones. Para España, se ha planteado que fue la dimensión económica del absolutismo real, el cual fueron construyendo los Reyes Católicos al transferirse y concentrar en la Corona poderes que habían residido tradicionalmente en los nobles y otras instituciones castellanas. [ii]
Al escribir historia relacionada al oro, es inevitable, e imprescindible, la referencia al trabajo El Dorado borincano, de Jalil Sued Badillo. [iii] En él, el autor detalla, con una impresionante riqueza de detalles y con un inconmensurable alcance de fuentes, las primeras décadas de nuestra historia atadas a esta actividad económica, extendiendo su mirada a otras. [iv]
Al estar en las riberas de los ríos, de acuerdo con el código de derecho castellano contenido en las Siete Partidas del rey Alfonso el Sabio, las minas pertenecían al primer ocupante que las hubiera. [v] Esto explica la multitud de hombres, y en ocasiones, mujeres, que se volcaron en esta actividad, por sí solos o en compañía de otros, arrastrados por la fantasía de enriquecimiento rápido. Enjuto Ferrán destaca la contradicción que contenían las mismas Leyes de Indias [vi] donde, por un lado, se declaraban comunes las minas de oro y plata, pero por otro, se exigían licencias para su explotación, y quien las descubriese, lo haría como su verdadero dueño. [vii] La minería, como tantos otros aspectos de la vida económica, política y social castellana, estaba reglamentada. Los oficiales o los escribanos daban a los mineros licencias, que se contrastaban con la de los que llevaban oro a fundir; [viii] quizás reflejando excesos en ese negocio, en 1527 se limitó el pago al escribano mayor de minas de la Isla a dos reales cada licencia. [ix]
El descubrimiento de todos los cuerpos de agua con oro no fue inmediato. En 1515 el licenciado Sancho Velázquez anunciaba que a cuatro leguas de Puerto Rico se habían encontrado “ciertos ríos y arroyos, las más ricas minas que se han hallado”. Desde la víspera de Reyes (5 de enero) hasta el 15 de marzo, se habían cogido 27 pesos, con expectativas de coger 100 pesos adicionales. El fraude y la venta de influencias han sido parte de nuestra realidad desde nuestra temprana existencia. Sobre las nuevas minas, los oficiales reales acusaron a Velázquez de señalar seis o siete para sí y sus amigos en las áreas descubiertas; estos las trabajaban y le daban la mitad de los beneficios. [x] Desde temprano en el proceso de colonización, se establece el patrón de corrupción por parte de los funcionarios.
La economía se movía con el oro recogido en los ríos. La primera mano de obra asignada por la Corona fue la de los indios, ordenando señalar y encomendar a las haciendas reales 500 indios “de los mejores y más pacíficos” para sacar oro en ellas, señalando los naborías necesarios. [xi] Se habían asignado originalmente hasta tres fundiciones cada dos años; sin embargo, se hicieron anualmente, y hasta tres por año, como fue el caso de San Germán en 1522. [xii] Hay que señalar que las fundiciones eran también el vencimiento de deudas: en ellas, el tesorero y el contador cobraban las pendientes. Así, en la de San Germán de 1520, a Francisco de Cereceda se le cobraron tres pesos del oro que fundió, que debía “de cierta sal” que había comprado, y a Fernando de Isla, 70 pesos, “en cuenta de las deudas”. [xiii]
Salta a la vista la existencia de compañías formadas para la explotación de la minería. Hay hombres, con apellidos que podrían ser vascos, que manifiestan y funden oro en grupo: Ortuño de Ochuri, Bartolomé Vizcaíno, y Lorenzo Zárate. Estos grupos nacionales involucrados en actividades económicas en los primeros años de nuestra colonización quedan por ser estudiados. El obispo Manso también tuvo compañías con los mineros Francisco y Alonso Rodríguez, Álvaro de Corpa, Juan Maldonado, y Miguel Sánchez. [xiv]
Además del oro que se cogía en la Isla, en algunos informes sobre el pago del quinto real se incluyen guanines. Sobre estos artículos, que asociamos con los discos de oro que utilizaban como distintivo los caciques, [xv] fray Ramón Pané especificó que “los guanines los llevan en las orejas, haciéndose agujeros cuando son pequeños, y son de metal, casi como de florín”. [xvi] Los que se incluyen en la Real Hacienda eran en su mayoría rescatados en la costa de Tierra Firme (Panamá). Tenemos una idea de sus diseños por el cargo realizado al tesorero en 1521 por cuatro de ellos: “una de hechura de rana y 3 caricuríes que pesaron 7 pesos, que pertenecieron de quinto de un águila, una orejera, una rana…”. [xvii] En 1527, en la Española, el licenciado Badillo llevó desde la isla de San Juan oro de guanines: tres águilas, un cemí, unas orejeras y una “almita”. [xviii]
Sabemos que el oro se fue agotando. Para dramatizar la desventaja en que fue cayendo la isla de San Juan como fuente de este metal para la Corona, miramos a los envíos realizados a España desde otros puntos de las Indias. En un solo embarque en 1525, los oficiales reales de Nueva España enviaron 60,000 pesos de oro, cuando de San Juan se enviaban 4,000 en todo el año. [xix]
[i] Pedro Mártir de Anglería. Décadas del nuevo mundo. Tomo I (Santo Domingo: Sociedad Dominicana de Bibliófilos, 1989), 202. [ii] Bernal, Historia de España 3, 363 y siguientes (ss). El autor analiza las posiciones relacionadas a este tema. [iii] Jalil Sued Badillo. El Dorado borincano. La economía de la conquista, 1510-1550 (San Juan: Ediciones Puerto, 2001). [iv] Para República Dominicana, Frank Moya Pons ha publicado El oro en la historia dominicana (Santo Domingo: Academia Dominicana de la Historia, 2016), complementando sus datos con los de Puerto Rico, tomados de Sued, y de Cuba. [v] Vicente Murga Sanz. Cedulario Puertorriqueño. Tomo I (1505-1517) (Río Piedras: Ediciones de la Universidad de Puerto Rico, 1961), XLIV. [vi] El Lic. C.A. Herrera define las Leyes de Indias como una recopilación de opiniones, informes y consejos de las reales audiencias en América, recogidas y actualizadas, “basados en la viva experiencia de la realidad política y social del Nuevo Mundo”. “La Real Audiencia de Santo Domingo”, CLÍO, Órgano de la Academia Dominicana de la Historia, Años XXIX-XXX, Núms. 118-119 (I 1961-XII 1962), 14. [vii] Enjuto Ferrán, 400 años de legislación comunal, 147-148. [viii] Murga Sanz, Cedulario puertorriqueño II, 327. [ix] Orden al escribano de minas de Puerto Rico. 23 VIII 1527. AGI, Indiferente General (en adelante, IND) 421, L.12, folio (en adelante, f.) 199v. Las instrucciones al de la isla Española detallan sus responsabilidades y deberes; en Registro: isla Española. 1583-1596. AGI, Audiencia de Santo Domingo (en adelante, SD) 900, L.5, fs.161-162v. [x] Oficiales reales de San Juan de Puerto Rico: varios asuntos. 27 IV 1515. AGI, PAT 175, R.5, fs.20v, 23. [xi] “Ordenanzas a la población de San Juan”. Registros generalísimos. 27 IX 1514. AGI, IND 419, L.5, f.252. Se refiere a los naborías en femenino. [xii] Juan de Haro, tesorero: reducción de indios: Puerto Rico. 21 I 1518. AGI, PAT 176, R.1, fs.1v-2. Los libros de fundiciones de oro se encuentran en AGI, PAT 198. [xiii] Relación y libro de fundición: San Germán. 14 V 1520. AGI, PAT 198, R.18, f.10. [xiv] Relación y libros de fundición: San Germán. 15 I 1515. AGI, PAT 198, R.9, fs.193v, 194, 195. [xv] Enciclopedia de Puerto Rico. Guanín. Se especifica que “En la mayoría de los casos, eran láminas usadas como una joya colgante del cuello que lucían los jefes o caciques, en ceremonias importantes y en batallas.” https://enciclopediapr.org/encyclopedia/el-guanin-simbolo-sagrado/ Capturado el 23 de agosto de 2020. [xvi] Fray Ramón Pané. Relación acerca de las antigüedades de los indios. José Luis Arrom (México D.F.: Siglo Veintiuno, 2008), 12-13. [xvii] Aurelio Tanodi. Documentos de la Real Hacienda de Puerto Rico, Vol. II, 1510-1545 (Río Piedras: Centro de Investigaciones Históricas, 2010), 184. En la cultura tairona, en la actual Colombia, los caricuríes eran narigueras. [xviii] Cuentas de las Cajas Reales de Santo Domingo. 1525-1534. AGI, CONT 5010, N.2, f.343v. Transcripción de Genaro Rodríguez Morel. (Santo Domingo: Archivo General de la Nación, 2020). [xix] Libro manual de cargo y data de la Tesorería de la Casa de la Contratación. 1525-1530. AGI, CT 4675B, L.4, f.147v.