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La sociedad puertorriqueña del siglo XVI




La organización de la sociedad de San Juan de Boriquén tomó forma a imagen y semejanza de la castellana: una sociedad estamental moldeada en el Antiguo Régimen, con fuertes raíces en el medioevo, en transición hacia la modernidad. [i] El elemento español aportó al ethos del criollo insular el espíritu de guerra que habían desarrollado desde los intentos de desalojar a los invasores musulmanes durante 700 años, y que quedó estampado con las órdenes militares. [ii] Por siglos, el español se había acostumbrado a conseguir riquezas, y progresar socialmente, a través de la guerra, tomándolas de otros para hacerlas suyas.


El poblamiento de la Isla no se dio de golpe y porrazo. De hecho, es un dato poco conocido que aun antes de su conquista por parte de Juan Ponce de León, a partir de 1501, el rey Fernando otorgó a Vicente Yáñez Pinzón varias mercedes, entre las que se incluyeron nombrarlo poblador, capitán y corregidor de la Isla, y la donación de varias caballerías de tierra, para que hiciera con ellas lo que quisiera. Cuando se nombró a Nicolás de Ovando gobernador de las Indias, específicamente se excluyeron las islas que tenían Alonso de Ojeda y Yáñez Pinzón. [iii] Evidentemente, contrario a Ojeda, Pinzón siguió otro destino, y no sacó partido a estos nombramientos. El propio Ponce de León estuvo en la Isla en 1506, [iv] en un viaje de reconocimiento al que hará referencia Juan González años después.


García Seror describe el proceso de poblamiento de América como una lenta inmigración individual o de empresas de conquista. [v] Una primera oleada de europeos, permaneciendo unos, y continuando otros su sendero por los variados destinos de las Indias, estuvo representada por una figura de contrastantes características: el conquistador, a quien Blanco Fombona llamó “hombre del pueblo y hombre ignorante… hombre de religión”. [vi] Encontrando en la historia de España el origen del carácter del conquistador, Coll y Toste declara “si los guerreros eran crueles con sus enemigos, la tremenda lucha de ocho siglos con el agareno para recuperar el suelo de la patria había engendrado esos caracteres de hierro, los únicos que podían por aquel entonces atravesar por vez primera el Mar Tenebroso y escalar heroicamente la cima de los Andes”. [vii]


Mucho se ha dicho de estos hombres, que “vivían un ambiente de embriaguez por el avance hacia nuevos territorios y el sometimiento de nuevos pueblos por grado o por fuerza”, [viii] en ocasiones ensalzándolos y en otras, demonizándolos. Encontramos en López Martínez una descripción adecuada de estos hombres; aunque extensa, es meritoria su transcripción

Con sus luces y sus sombras, sus actos, unas veces heroicos y otras sangrientos, generosidades y mezquindades, aventuras y sufrimientos, deslumbrantes encuentros y atroces destrucciones, la llamada conquista es la historia de una desmesura. Y esta desmesura fue protagonizada por un puñado de hombres que unen en sí todas estas contradicciones y por ello aún hoy nos causan perplejidad. Pocos acontecimientos históricos y pocos protagonistas han sido valorados de forma tan dispar y tan extremada, con unos juicios casi siempre dominados por las pasiones. Así los conquistadores pasan de héroes a villanos, de santos a criminales casi sin solución de continuidad. [ix]


Pérez Herrero coincide con García Seror y propone que la sociedad americana fue el resultado de un lento proceso de formación con variadas y constantes experiencias, identificando hasta siete diferentes modelos colonizadores. Presenta la conquista de Puerto Rico bajo el quinto modelo, de la mano de Ovando. El gobierno se ancló en la figura del gobernador, ayudado por tenientes, y alcaldes mayores, estableciendo funcionarios reales para manejar la Real Hacienda. Los gobernadores trataron de instaurar una sociedad feudal, donde el conquistador controlaba desde el reparto de solares hasta el número de indios encomendados. Precisamente por el decrecimiento de la población indígena, se dio paso al siguiente modelo, que fue el de captura y esclavización de indios en la cuenca del Caribe, lo cual encontró en la Iglesia su máxima barrera. [x]


La segmentación de la sociedad estamental de la isla de San Juan queda retratada en 1528 en una carta de Alonso Manso. En ella, se dirige a los pobladores de la isla, reconociendo sus posiciones o rangos de la siguiente manera: “a los caballeros, escuderos, hombres buenos de esta ciudad e isla de San Juan de Puerto Rico y a otras cualesquier personas eclesiásticas y seglares, así hombres como mujeres de cualquier estado o condición, preeminencia y dignidad que sea…”. [xi] En el polo opuesto de la gente de calidad quedaban las personas bajas. Sobre ellos, Andrés de Haro señaló “hay algunos casados, personas bajas, que tienen allá (Castilla) sus mujeres, que quedan sin indios…”. [xii]


Los estamentos más altos de la sociedad colonial fueron ocupados por los oficiales reales, designados por la Corona o por la Real Audiencia de Santo Domingo, y por los linajes criollos creados por algunos conquistadores, y que progresivamente fueron haciéndose de un espacio a través del poder económico y político que les ofreció el oro. Una revisión somera de los libros de fundiciones de San Juan y San Germán nos lleva a identificar entre los mineros los nombres de los patriarcas de las familias hegemónicas de la segunda mitad del siglo. La escasa población en este periodo hará posible que estas se enraícen, y se conecten con otras, criollas o peninsulares, para fortalecer su posición social. [xiii] Surgieron del oro, y se cristalizaron en el azúcar.


La población indígena sucumbió ante el arrollador paso de los europeos, ya fuera por la guerra que se les hizo, o por las enfermedades que los diezmaron, entre las que se cuentan el sarampión, la viruela, y la gripe. El exterminio del 90% de los amerindios que encontraron a los españoles en el siglo XVI ha sido llamado La Gran Mortandad. [xiv] El negro africano, nunca suficiente en número, los reemplazó como mano de obra forzada. Los que sobrevivieron o escaparon, y sus descendientes mestizos, pasaron a los estamentos más bajos de la sociedad colonial, o se refugiaron lejos del control de las ciudades, en la tierra adentro. Sobre ellos, el obispo Salamanca expresará: “debe dar muchos hombres, así como mestizos, negros horros, indios y mulatos y otros que saben aun en los campos apartados de nosotros…”. [xv]


Uno de los conceptos primordiales en el periodo era la paz y el sosiego que debían prevalecer en las sociedades castellanas. Inclusive, cuando se trataban asuntos de justicia, se pretendía hacerlo de manera que alterara lo menos posible la armonía de los vecinos. Lo opuesto a este ideal era el alboroto y el escándalo, que no era bien visto y podía provocar serias sanciones por parte de los funcionarios reales y, si los involucraba a ellos, de la Corona. Veremos cómo, durante el siglo, diferentes eventos provocaron escándalo y desasosiego entre los vecinos, obligando a la Corona y a la Real Audiencia de Santo Domingo a tomar cartas en ellos.


Diagrama #7

La pirámide social de la Isla de Puerto Rico en el siglo XVI [xvi]




























[i] Isabel Gutiérrez del Arroyo. Conjunción de elementos del medioevo y la modernidad en la conquista y colonización de Puerto Rico (San Juan: Instituto de Cultura Puertorriqueña, 1974). [ii] Jaume Vicéns Vives. Aproximación a la historia de España (Barcelona: Editorial Vicéns Vives, 1990), 61-64. Sobre el término “Reconquista”, con que se ha llamado a los 700 años de lucha entre los españoles y los invasores musulmanes, José Álvarez Junco advierte que este es moderno, tanto en su nombre como en su concepto, apareciendo a principios del siglo XIX; los historiadores anteriores hablaban de “restaurar”. “La Reconquista”. El País. 27 I 2019. [iii] Registros generalísimos. 1492-1505. AGI, IND 418 L.1, fs. 24-25v, 36-38v, 161-166v. [iv] (sin autor). “La aguada de Añasco o San Germán. La primera población cristiana en Puerto Rico”. BAPH, Vol. 1, Núm. 1 (19 XI 1968), 41. En este artículo se describe el poblamiento llamado “la Aguada” en 1506, de donde se mudarán los pobladores a la villa de Távora, o El Mosquital, en 1510, bajo Sotomayor. [v] Antonio García Seror. La decadencia del imperio [español] (Guadalajara: Ediciones AACHE, 2010), 132-133. [vi] Rufino Blanco-Fombona. Psicología del conquistador español del siglo XVI (Madrid: Sucesores de Ribadeneyra, 1920). Tomado de la Biblioteca Nacional Española. http://hemerotecadigital.bne.es/pdf.raw?query=id:0003394420&lang=en&search=&log=19201127-00291-00006/Espa%C3%B1a+%28Madrid.+1915%29. Capturado el 14 de febrero de 2020. [vii] Cayetano Coll y Toste. Historia de la Instrucción Pública en Puerto Rico (San Juan: s/e, 1910), página sin número. Versión digital de la Biblioteca Nacional Española. http://bdh-rd.bne.es/viewer.vm?id=0000122945&page=1. En una interesante perspectiva, Iván Szàsdi León-Borja plantea los guaitiaos realizados en los primeros años de la conquista bajo la luz de una conquista pacífica, que convivió con la guerra y las enfermedades importadas por los españoles; “Los pactos de hermandad entre los indios taínos y los conquistadores españoles”. CLIO, Órgano de la Academia Dominicana de la Historia, Año 71, Núm. 165 (I-VI 2003), 13. [viii] González de Peña, “Fray Antonio de Montesino…”, 17. [ix] Mario López Martínez. Conquistadores extremeños (León, Ediciones Lancia, 2004), 3. [x] Pérez Herrero, América Latina, 30-38. [xi] Alonso Manso: respeto a la Inquisición. 1528. AGI, PAT 176, N.17, f.1. [xii] Oficiales de San Juan de Puerto Rico: asuntos varios. 27 IV 1515. AGI, PAT 175, R.5, f.26v. [xiii] Elsa Gelpí Baíz ha estudiado estas familias y sus enlaces en “Las familias poderosas de San Juan en el siglo XVI”. Boletín de la Sociedad Puertorriqueña de Genealogía. Vol. IV, Núm. 1 (28 III 1992). [xiv] Alexander Koch, Christ Brierley, Mark Maslin y Simon Lewis. “La colonización de América acabó con el 10% de la población mundial y enfrió el clima del planeta”. ABC Ciencia. 7 de febrero de 2019. [xv] Carta de fray Diego de Salamanca, obispo de Puerto Rico. 6 IV 1579. AGI, SD 172. Tomado de Caldera Ortiz, 43. [xvi] Recreado utilizando a Gelpí Baíz, Siglo en blanco, 194 en adelante.

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